Hace 600 años husitas y católicos no podrían ni imaginar su precioso puente de Carlos atestado de turistas. Aun así, Praga es inigualable. Con el tumulto, rápidamente experimentas el fortísimo afianzamiento y globalización del sector turístico en todas las capitales. Tras recorrer una ciudad de cuento (consulten lo último de Hartford en FT sobre centros históricos), se acerca mi próximo destino: Viena. La noche anterior analizo la capital del antiguo sacro imperio: su producto interior bruto, la beta de los depósitos o el coste del servicio de la deuda. También las obras de Strauss. Entre la marcha Radetzky que suena de fondo y mi pasión por el dulce no pego ojo. Y es que hay algo que no me deja dormir la noche antes de llegar: probar la original y genuina tarta Sacher. ¿Habrá mucha cola en la famosa cafetería?
Giro por la plaza von Karajan y encaro la cafetería del mítico hotel Sacher donde se degusta el café vienés con la tarta (algo más seca de lo que estamos acostumbrados en la versión importada pero amenizada con una nata fabulosa). El ticket medio para una familia de cuatro miembros ronda los 100 euros. Con estos precios tan elevados, pronosticar si habrá cola en la cafetería no es fácil. Además, la mano invisible, que diría Adam Smith, autorregula la economía hacia una inminente contracción general del consumo (interesante descripción de Ulrike Herrmann sobre Adam Smith en “Este capitalismo no es la solución”). Estos factores reducirían la cola, pero, por otro lado, las bolsas de ahorro se están esparciendo con fuerza sobre el sector turístico y, en Viena, la tarta Sacher es un objetivo. En este contexto y mientras dejaba el Musikverein a la derecha, mi primer pronóstico fue claro: no debe haber mucha cola.
En esas, pienso en la propensión marginal al ahorro de los turistas que identifico a mi paso con el fin de estimar su incidencia en la cola. Mayor inercia al ahorro genera menor gasto y por ende menor propensión a abonar estos tickets tan elevados. El ahorrador sigue un patrón conductual y lo sigue hasta en vacaciones. Las finanzas conductuales definen el ahorro como la diferencia entre tu ego y tus ingresos (sabia explicación de por qué mucha gente con ingresos decentes ahorra tan poco). Así que me fijo en el rostro de los turistas. Observo humildad, aura de poca ostentación. Conclusión: egos bajos, ahorros altos, spending bajo. Mantengo mi pronostico inicial: no puede haber mucha cola. Pues bien, llego a la puerta de la cafetería y la cola daba dos vueltas al edificio.
Y es que los hechos muchas veces superan las expectativas, como en finanzas. Sigo con Morgan Housel y su maravilloso best seller “La psicología del dinero” (en dos meses su próximo libro “Same as ever”) para advertir que la decisión más racional no siempre es la más razonable. La conducta en finanzas no debe abandonar lo racional, pero siempre debe ser razonable, paciente y con mucho foco en el presente. En este caso, mi pronóstico se fundamentaba en una suerte de indicadores racionales para inferir una cola modesta. Los hechos demuestran que el pronóstico no era razonable: la tarta Sacher no entiende de propensión al ahorro, egos o ciclos recesivos. Y, por supuesto, un pronóstico nunca puede poner en peligro el resto del viaje. Razonable es contar también con un margen de seguridad ya que arriesgar todo tu capital pudiera ser racional, si se demuestra un contexto clarísimamente ganador, pero no es razonable. Nunca es razonable jugártelo todo.
Además, en finanzas la conducta debe ser paciente y el error distorsiona y nos hace abandonar, interrumpiendo esa línea sostenible de retorno medio largoplacista. Debemos convivir con el error en el pronóstico. Es intrínseco del negocio inversor. Peter Lynch, un inversor top, dice que aciertas seis de cada diez. Jeff Bezos dijo después del horripilante lanzamiento del Fire Phone que ya estaban trabajando en nuevos fracasos mucho más grandes. O si analizas las 500 inversiones de Buffett, solo diez de ellas arrojaron grandes beneficios. Su colega Munger afirma que, si sacas esas inversiones del portfolio, el performance a largo plazo es completamente mediocre. Pero fueron pacientes, otra regla que no debemos olvidar. De los 84.500 millones del patrimonio de Buffet, 84.200 los obtuvo a partir de sus 50 años: paciencia (que es la madre de todas las ciencias).
Por último, nuestra conducta para la toma de decisiones debe poner máximo foco en el presente. En finanzas, proyectar el pasado ya no es el método más completo y fiable de predicción. Los cisnes negros (en “Más difícil todavía” Torres explica por qué algunos cisnes negros no lo son), los efectos de algún que otro rinoceronte gris y la potentísima evolución actual dibuja un mapa presente que quizás sea la mejor guía del futuro. Uno de los grandes inversores de la historia, B. Graham, modificaba sus modelos de predicción cada vez que lanzaba una nueva edición de su libro “El inversor inteligente”. Poco antes de morir dijo que, con los continuos cambios del presente, ya no podía asegurar el éxito de sus fórmulas. En “El regreso de Keynes” Skidelsky mostraba un Keynes crítico con la modelización e insistía en poner más foco en el presente. Y es que el erudito en historia Roger Chartier decía que los historiadores siempre fueron los peores profetas. Pues eso, los ojos bien abiertos.
<< Espero que nada de esto que les he contado les suene a chino, porque en Viena es imposible. Aquí, cuando no entienden algo, no se acuerdan de China sino de España (me suena a español). Y se lo debemos al emperador Fernando I, hermano de Carlos V, que no fue capaz de aprender las lenguas germánicas cuando fue enviado a Centroeuropa. Aquellos pobres no se enteraban de lo que decía Fernando, de ahí el dicho. Está claro que no se le daban bien los idiomas y yo les digo a mis hijas lo importantes que son. Espero que me hagan caso >>. + Responsabilidad = + Economía.
Artículo publicado en Diario sur el 29 de agosto de 2023 por José Ramón Sánchez, socio de la oficina de Eudita en Málaga.
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