La inteligencia artificial (IA) tiene el potencial de transformar la forma en que se realizan las auditorías y mejorar significativamente la eficiencia y precisión del proceso de auditoría. La IA puede utilizarse para automatizar tareas repetitivas y rutinarias, como la revisión de grandes volúmenes de datos y la identificación de patrones y anomalías. Además, la IA puede ayudar a los auditores a realizar análisis predictivos y prescriptivos para detectar posibles riesgos y oportunidades de mejora.
Así, algunas aplicaciones específicas de la IA en auditoría incluyen:
- Análisis de datos: la IA puede utilizarse para analizar grandes conjuntos de datos y detectar patrones y anomalías que los auditores humanos pueden pasar por alto. Esto puede incluir la identificación de transacciones inusuales o la detección de comportamientos sospechosos.
- Análisis de texto: la IA puede utilizarse para analizar documentos y correos electrónicos para detectar posibles fraudes y actividades ilegales.
- Procesamiento de imágenes: la IA puede utilizarse para analizar imágenes de activos físicos, como edificios y equipos, para detectar posibles problemas y defectos.
- Análisis de audio: la IA puede utilizarse para analizar grabaciones de llamadas y reuniones para detectar posibles fraudes y actividades ilegales.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la IA no puede reemplazar completamente a los auditores humanos, ya que la auditoría también implica la toma de decisiones y la interpretación de los resultados. Además, la IA puede tener limitaciones en términos de precisión y objetividad, por lo que los auditores deben ser conscientes de estas limitaciones al utilizar la IA en el proceso de auditoría.
Aunque la inteligencia artificial (IA) puede ser muy eficiente y precisa en algunas tareas de auditoría, los auditores humanos siguen siendo esenciales en muchas otras áreas. Aquí hay algunas formas en que los auditores pueden ser mejores que la IA:
- Juicio profesional: Los auditores pueden aplicar juicio profesional para interpretar los resultados de la auditoría, tomar decisiones y hacer recomendaciones basadas en su conocimiento y experiencia. Esto implica tomar en cuenta el contexto y las circunstancias únicas de cada situación, lo que la IA puede tener dificultades para hacer.
- Comprender el negocio: Los auditores pueden comprender mejor el negocio de la empresa que están auditando, sus objetivos, sus riesgos y sus desafíos. Esto les permite realizar una auditoría más enfocada y relevante que puede ser difícil para la IA.
- Adaptabilidad: Los auditores pueden adaptarse a los cambios en el entorno empresarial y en las leyes y regulaciones. La IA puede ser menos capaz de hacer esto y requerir actualizaciones y ajustes regulares.
- Comunicación y negociación: Los auditores pueden comunicarse y negociar con el personal de la empresa, explicando los hallazgos y recomendaciones de la auditoría, y trabajando con ellos para resolver cualquier problema identificado. Esto requiere habilidades interpersonales que la IA no posee.
- Responsabilidad: Los auditores son responsables de sus decisiones y acciones, mientras que la IA puede ser difícil de responsabilizar. Los auditores tienen una ética profesional y responsabilidad legal para garantizar que la auditoría se realice de manera adecuada y justa.
Además, el proceso de auditoría es un proceso complejo que requiere una comprensión profunda del negocio y el entorno en el que opera la empresa. Los auditores pueden aprender y desarrollar esta comprensión a través de la experiencia y la formación, lo que es difícil para la IA.
En definitiva, y aunque pudiera parecer que tenemos una profesión a extinguir, nos queda cuerda para rato, sobre todo en lo que respecta a la identificación de riesgos y toma de decisiones en el proceso de auditoría, derivada del análisis del dato, que es lo que nos ofrecerá la IA de forma más rápida y efectiva.
ESTHER SANCHEZ GARCIA
SOCIA EUDITA CANARIAS
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